Rober ha congeniado hasta con las dos encantadoras cocineras, las cuales se han portado con todos nosotros de maravilla. Ambas tienen un plan: adoptar al Rober en cuanto les sea posible.
Rober ha conseguido meterse en el bolsillo a todo el personal. Su naturalidad y simpatía han campado a sus anchas; incluso, podemos asegurar que ciertas pinceladas filosóficas alimentan su fluido discurso. Es un gran chaval, al que, en la despedida antes comentada, no le ha importado mostrar la sensibilidad que anida en los mortales que la memoria de los tiempos decide mantener en leyendas e himnos.
Esta es la muestra de su talento:
Acostado en la cama del alojamiento
empiezo a saber qué son los sentimientos:
¡para mis colegas,
que siempre me ponen pegas!;
¡para una chica especial,
que me ha hecho reír y pasarlo genial!;
¡y para las monitoras,
que explican en varias horas!.
La semana ha pasado volando
y de vuelta a Monóvar estamos llegando.
Este pedazo de historia,
la he vivido en la gran Soria,
por los pueblos de alrededor,
que destacan con su resplandor.
Todo esto nos ha pasado,
gracias al poeta Antonio Machado;
y también a causa de César y José Ramón,
¡dos maestros que me caen de cojón!.
Del Tela, que todo se la pela;
menos la amistad de los de Corrales,
que son chavales bien legales.
Me dan ganas de llorar por conoceros,
y nunca más poder veros.
Con vosotros me'partío el culo,
y por eso os mando un gran saludo.
¡Espero que no me olvidéis,
porque siempre me tendréis!.
¡¡¡Viva el tela!!! ¡¡¡Viva!!!