1600 metros de altitud y un viento que exigía respeto no fueron excusa para que los sorianos monoveros hicieran revivir a Alvargonzález, labrador del que todavía escuchamos los lamentos ante la crueldad de sus hijos. Mientras Sergi atusa sus cabellos ante la impertinencia del viento, arriba podemos apreciar cómo Enrique y Alba reviven en voz y carne la crónica de la España profunda soriana. La figura de Villora, gesto serio, emoción contenida, es buen ejemplo de la solemnidad con que se revivivó la leyenda machadiana.